Abstract
El golpe militar de setiembre de 1930 inauguró para la Nación Argentina unaetapa de continuas interrupciones del orden institucional, mediante la destitución
de los gobiernos elegidos en comicios y su reemplazo por otros impuestos por
las Fuerzas Armadas. Durante esos años de limitación de los derechos civiles y
supresión de los políticos, con la consiguiente aplicación de prácticas coercitivas,
fraudulentas y proscriptivas, se perfecciona la organización de la sociedad
para la lucha amigo/enemigo –comenzada mucho antes desde el propio Estado
y se configura una doctrina –centrada en la negación de la diferencia– de larga
y nefasta supervivencia. Esta construcción del ‘enemigo interno’ respondía a
la necesidad de legitimar la represión de aquellas ideas, intenciones y actos
considerados perturbadores del orden.
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