Abstract
"No existe una etnohistoria para el siglo XIX peruano", sentenció el antropólogo Jaime Urrutia desde una palestra del I Congreso Nacional de Investigación Histórica llevado a cabo en Lima en 1984. Nunca pude olvidar aquella frase. La guerra interna desatada por Sendero Luminoso pasaba por su periodo más sangriento y Jaime Urrutia había llegado a Lima desde Ayacucho, su lugar de trabajo por muchos años y cuna de la violencia senderista. Urrutia pudo escapar a las amenazas y atentados contra su vida, que en su condición de profesor universitario y teniente alcalde de la ciudad de Ayacucho le inflingieron tanto Sendero Luminoso como el ejército. Pero otros no fueron tan afortunados.Downloads
Download data is not yet available.