Abstract
El singular régimen autoritario posrevolucionario mexicano, vigente durante la mayor parte del siglo pasado, contaba con tres piezas definitorias: un sistema electoral restrictivo, un sistema de partido hegemónico y un sistema de gobierno centrado en el presidente de la República. El edificio de poder político del México posrevolucionario tuvo su columna en el acoplamiento exacto de ellas y en su funcionamiento como un todo: organizadas y calificadas por sus gobiernos centrales unificados, las elecciones aseguraban la victoria y, por tanto, la continuidad en el poder de un Partido Revolucionario Institucional (PRI) subordinado al titular de la silla presidencial.Downloads
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