Abstract
Quizá haya sido Babel el único y el último lugar del mundo donde el problema de la identidad resultara impensable. En cuanto Babel cayó a la tierra y al tiempo, en cuanto se fracturaron la realidad y su designación, en cuanto los hombres se distanciaron y las voces humanas se volvieron divergentes, en suma, después de Babel - para tomar la imagen que George Steiner convierte en título de su magna obra sobre la traducción-, de esta realidad humana fragmentada surgió el problema de la identidad, que ha acompañado - de manera declarada o latente - la historia misma de los hombres. De este modo, Babel se ha vuelto en nuestros días el símbolo de los problemas del significado y de la traducción, de la nostalgia del sentido total, primero y único, anterior a la historia y a la interpretación.Downloads
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