Abstract
Una característica que distingue a la comunidad gallega dentro del conjunto de las colectividades ibéricas emigradas es su alto índice de dispersión asociativa en entidades que, adoptando como ámbito espacial de actuación entidades geográfico-administrativas propias del país de origen (la parroquia, el municipio y la comarca), proliferaron desde 1904 tanto en La Habana como en Buenos Aires, alcanzando en 1936 un número superior al medio millar. Este fenómeno, común (en menor medida) a la colectividad asturiana de La Habana, podría ser comparado con la proliferación de asociaciones locales italianas y judías en los Estados Unidos y la misma Argentina, y nos lleva a plantear la cuestión de sus orígenes, sus funciones y las razones de su supervivencia.Downloads
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