Resumen
El sistema mediático colombiano se ha caracterizado por su cercanía a los partidos y poderes políticos; por tanto, ni la prensa, la radio o la televisión se han constituido como escenarios de contrapeso o vigilancia de los poderes establecidos; por el contrario, a lo largo de su historia estos medios han funcionado como cajas de resonancia de intereses gobiernistas y partidistas. En el caso de la televisión, esta surgió bajo la propiedad y administración del Estado, desde sus orígenes se desarrolló como una televisión oficialista. Sin embargo, con la creación de dos redes privadas en 1998, la producción de contenidos y la agenda informativa se concentró en manos de sus dueños, las televisoras Caracol y RCN, iniciándose un proceso de deterioro de la TV de propiedad estatal. En ese sentido, el objetivo del presente artículo es analizar cómo durante los últimos veinte años se ha consolidado un duopolio televisivo que ha disminuido la oferta informativa y la construcción de opinión pública diversa. Para ello, se analizará el discurso jurídico del Estado que ha estimulado la concentración en la propiedad, y, por ende, de las audiencias y del mercado publicitario, favoreciendo intereses de los grupos propietarios de Caracol y RCN, que han impedido la entrada de nuevos actores mediáticos que favorezcan la diversidad y pluralidad de fuentes informativas.