Resumo
Este artículo analiza el peculiar uso del discurso criollista entre los peronis-tas, desde 1945 hasta 1955. En su clásico estudio sobre ese discurso, Adolfo Prieto sostuvo que su notable expansión a fines del siglo XIX obedeció a tres causas concurrentes. El mundo gaucho en desaparición resultaba atractivo (primero) para los criollos de clase baja, como una expresión de nostalgia y de las ansiedades que producía el proceso de modernización; (segundo) para los inmigrantes, como una forma sencilla de sentirse parte de la nación al identificarse con un símbolo de autenticidad nacional; y (tercero) para las élites, como un modo de reclamar precedencia y de excluir de la nación a los inmigrantes revoltosos. Este artículo sostiene que, contrariamente a la opinión de Prieto, el discurso criollista siguió desempeñando un papel de primer orden en la cultura argentina luego de los años veinte y hasta bien entrada la década de 1950. Esta perdurabilidad se explica por el hecho de que desempeñó una cuarta función: el criollismo siguió siendo atractivo, al menos en parte, porque fue uno de los canales a través de los cuales la cultura popular pudo aludir a la heterogeneidad étnica del pueblo argentino (en particular sus componentes mestizos y no-blancos), durante mucho tiempo negada por los discursos dominantes de la nación. A pesar de que los discursos “oficiales” del peronismo no desafiaron abiertamente la idea de la nación blanca-europea, el criollismo fue una arena en la que pudo cuestionársela sutilmente.
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Editores: Ori Preuss; Nahuel Ribke
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